Cometierra de Dolores Reyes

Reseña: Cometierra

Título: Cometierra

Autora: Dolores Reyes

Género: Narrativo

Subgénero: Novela

Edita: Sigilo (Argentina)

Sinopsis: Dice Cometierra: «Me acosté en el suelo, sin abrir los ojos. Había aprendido que de esa oscuridad nacían formas. Traté de verlas y de no pensar en nada más, ni siquiera en el dolor que me llegaba desde la panza. Nada, salvo un brillo que miré con toda atención hasta que se transformó en dos ojos negros. Y de a poco, como si la hubiera fabricado la noche, vi la cara de María, los hombros, el pelo que nacía de la oscuridad más profunda que había visto en mi vida».
Cuando era chica, Cometierra tragó tierra y supo en una visión que su papá había matado a golpes a su mamá. Esa fue solo la primera de las visiones. Nacer con un don implica una responsabilidad hacia los otros y a Cometierra le tocó uno que hace su vida doblemente difícil, porque vive en un barrio en donde la violencia, el desamparo y la injusticia brotan en cada rincón y porque allí las principales víctimas son las mujeres. En la persecución de la verdad, en el descubrimiento del amor, en el cuidado entre hermanos, Cometierra buscará su propio camino.
Dolores Reyes ha escrito una primera novela terrible y luminosa, lírica, dulce y brutal, narrada con una voz que nos conmueve desde la primera página.

Cometierra es un libro que ha estado en boca de la crítica, los periodistas culturales, los bloggers y los instagramers desde que se editó. Laura de Palabritas Ajenas, mi gurú a la hora de recomendar libros lo leyó. Claudia Piñeiro, una autora que estimo muchísimo recomendó el libro y dijo que sería de esas lecturas obligatorias que a ella le gustaría que existiese en los colegios. Con ese currículum, leer Cometierra no solo era un must, yo casi que tenía la certeza de que iba a ser un librazo. Sorpresa, no lo fue del todo y no de la manera que me hubiese gustado que fuera. Les cuento por qué.




Desde la dedicatoria «A las víctimas de femicidio, a sus sobrevivientes» e incluso desde antes si se sabe quién es Dolores Reyes y qué causas lleva sobre los hombros, podemos entrever que la novela no será una historia inocente ni amigable. En Cometierra, nos introducimos a una historia que camina al borde del realismo y lo fantástico: una joven que come tierra para averiguar qué fue de las personas desaparecidas, una joven a quien la gente acude para que ejerza su poder de vidente y encuentre a los seres queridos. Se desarrolla en un barrio de Argentina. Cometierra vive sola con su hermano el Walter. Cometierra come tierra por primera vez en las primeras páginas y descubre que su padre asesinó a golpes a su madre. Horror, desde el inicio.
«Cierro los ojos para apoyar las manos sobre la tierra que acaba de taparte, mamá, y se me hace de noche. Cierro los puños, atrapo y la llevo a la boca. La fuerza de la tierra que te devora es oscura y tiene el gusto del tronco de un árbol. Me gusta, me muestra, me hace ver. ¿Amanece? No. Es el sol que me enciende los ojos y la piel. La tierra parece envenenarme.
Dicen:
—Levantate, Cometierra, levantate de una vez. Soltala, dejala ir»
El tiempo pasa, va a la escuela, su maestra Ana desaparece. Otra vez come tierra y esta vez no dice nada, hace un dibujo que la maestra, espantada, muestra a la tía que en ese entonces estaba a su cargo. En el dibujo, la maestra desnuda, con las piernas abiertas, tirada en un descampado. En el descampado del dibujo, la maestra desnuda, muerta, encontrada un día después. Cometierra deja la escuela cuando todos empiezan a llamarla por ese nombre, Cometierra. Su tía los abandona, a ella y al Walter y desde ese momento sí están solos. Por el barrio se corre la voz de que la joven tiene poderes, Cometierra crece y al portón de su casa comienzan a llegar personas desesperadas por su ayuda y botellas de vidrio llenas de tierra, etiquetadas con nombres y teléfonos. Cometierra se convierte, sin querer, en cierta clase de investigadora a la que la gente acude cuando ya están desesperados en las búsquedas que parecen no tener fin.

« (…) cuando vieron el dibujo, ella y la directora se olvidaron de mí. Era la seño Ana, la cara así, como me la acordaba yo, pero no como cuando estaba en la escuela. Yo la había dibujado como la tierra me la mostró: desnuda, con las piernas abiertas y un poco dobladas para los costados, que hacían parecer su cuerpo más chico, como si fuera una ranita. Y las manos atrás, atadas contra uno de los postes del galpón donde unas letras pintadas decían «Corralón Panda».
—¿En qué mierda pensabas para comer tierra adelante de toda la escuela? —me dijo después mi tía en casa, antes de darme un sopapo».
Dolores Reyes
Normalmente estas búsquedas son búsquedas desesperadas como consecuencia de la inoperancia de la policía y la justicia, chicas que desaparecen y se dejan de buscar o no se hace lo suficiente para que esas chicas aparezcan, entonces ahí es cuando esta mujer protagonista come tierra y dice qué pasó. Esto sin problemas, come tierra, ayuda, gana plata para ir sobreviviendo en el barrio, hasta que una de las personas que viene a reclamarla es un policía, «un rati», y acá es donde, en mi opinión, la historia se despatarra.

«Yo lo escuchaba hablar y no podía contestarle nada. Me daba bronca que fuera su sangre lo que lo moviera a buscar y no la chica. Cualquier chica. Era un yuta, su trabajo era ese. (…) Me imaginé a los otros policías diciéndole: «Ya va a volver, seguro se fue con el novio», y me dio bronca de él y de todos. Mientras lo veía manosear la foto, pensé en cobrarle un montón de plata para sacármelo de encima, pero después me acordé de la piba.
—Esto sale plata —le dije, sin pestañear.
Si a la policía le pagaban por buscar y no hacer nada, ¿por qué no iban a pagarme a mí?» 
La aparición marca un antes y un después en una historia brutal y brillante. No voy a adelantarles demasiado porque sé que muchos querrán leer la novela y los animo a hacerlo, pero cuando se introduce este personaje se descuida la trama principal y una subtrama interesantísima —la que más me interesaba— donde la maestra Ana se aparecía en los sueños de Cometierra para guiarla a encontrar a las chicas y a meter presos a los que la habían asesinado. Ana somos todas. Como venía diciendo, con la aparición de Ezequiel, el policía, se comienza a inflar un romance que no va para ningún lado —él, policía, ella, una gurisa pobre de un barrio que cobra plata por encontrar gente— pero que se mete en la trama y desdibuja a Cometierra que venía pisando fuerte desde la primera página. De repente, contra todo pronóstico, hacen un viaje arriesgado para encontrar a una mujer desaparecida en un arroyo aún cuando Cometierra no acostumbra viajar, se introducen otras subtramas que tienen que ver con el Walter y sus novias, Ezequiel y problemas entre dos bandos del barrio.

El tema de los femicidios y la forma tan simbólica —bíblica incluso, «el que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mi y yo en el»— en la que Cometierra descubre el paradero de estas mujeres es espectacular: comer la tierra que alguna vez estuvo en contacto con la persona para descubrir dónde se encuentra. Es imposible no conmoverse con la voz narradora y empatizar con sus inquietudes, con sus importantes sus reflexiones acerca de la mujer y la violencia. Es desgarradora, sí, pone los pelos de punta, sí, pero  tiene una sensibilidad y cierta dulzura que contrasta la tosquedad —que al principio me rechinó porque no se articulaba bien con los fragmentos poéticos— de esa voz que narra.


«El pasto andaba invadido de yuyos. El laurel, desbordado, crecía por donde le daba la gana. Tenía mil hijos que, a medida que les pegaba el sol, echaban cuerpo y doblaban el alambre de mi terreno como si fuera cartón.
Una planta de no sabía qué se había pegado a la chapa del costado, pudriéndola hasta hacerse mancha en la pared de la casa. La pasionaria arriba, como en los terrenos que rodeaban la vía muerta. Cuando abría su flor se llenaba de abejas que iban hipnotizadas a la cruz del medio, a los pelos pegajosos, a su humedad.
«Si el pelo me sigue creciendo —pensé—, voy a ser yo también planta salvaje de pierna fuerte, hija del laurel».
Nadie, del todo, me había arrancado a tiempo y ahora estaba sentada en el escalón de la entrada, abrazada a mis piernas».

Una novela que arrancó con un lirismo impresionante en medio del registro informal de Cometierra bien característico de la zona en la que está ubicada, con una idea interesantísima, con un discurso político admirable e innegable, acaba dejando una sensación inconclusa, de vaga incertidumbre sobre lo que se leyó que no se corresponde con la contundencia de las primeras páginas. Me decepcioné y me hago cargo de la decepción porque fui yo la que creí en la historia sin leerla. Aún así, con decepción y todo, creo que si no hubiese tenido idea de la existencia de Cometierra y lo hubiese leído sin más, habría sido una lectura excelente. Sin dudas es un buen libro con una buena idea original. Cuando pasa la mitad empieza a tambalearse y en un momento cae, sí, pero es una experiencia de lectura interesante. Y por acá esperamos todo lo que venga de Dolores Reyes porque si ya esto fue su primera novela, en las próximas va a despegarse mucho más.



Biografía de solapa: Dolores Reyes nació en Buenos Aires en 1978. Es docente, feminista, activista de izquierda y madre de siete hijos. Estudió letras clásicas en la Universidad de Buenos Aires. En la actualidad, vive en Caseros, pcia. de Buenos Aires. Cometierra es su primera novela.





Comentarios

  1. Hola Tami, me gustó mucho leerte sobre este libro y aunque agradezco la "calificación" de "Gurú" de las recomendaciones, todos saben que es al revés.
    Tuve la misma experiencia que vos, estaba encantada con este libro, con su simbolismo, con su lirismo, con su claro sentido político, pero así como te ocurrió a vos sentí que la historia perdía fuerza, una pena. Aunque creo que todavía tiene tiempo y, como también lo decís, si este es el primero publicado podremos imaginar qué vendrá después.

    Tengo una pregunta sobre algo que escribís en tu reseña, "lo hubiese leído sin más, habría sido una lectura excelente" ¿qué fue ese "más" que no te permitió creer que es una lectura excelente?
    No entendí esa apreciación porque creo que hiciste una muy buena lectura de la novela.
    Nos leemos, besos

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    Respuestas
    1. Hola Lau, gracias por comentar.
      Decía que si lo hubiese leído sin las expectativas tan altas y sin la voz de Claudia diciendo que es de lo mejor que ha leído últimamente, la decepción no hubiese sido tan grande. Creo que ya tenía construida una idea del libro y de haberla construido a medida que avanzaba en la lectura (como debería ser, pero bueno, estamos todo el tiempo en contacto con otras opiniones y pasan cosas) eso que pasa después de la mitad quizás pasaba más desapercibido. No sé si me explico, espero que sí.

      Un beso,
      Tami.

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  2. Hola, preciosa. A pesar de que pierde fuerza, como dicen vos y Lau, tengo la sensación de que voy sentir profundamente este libro. No sé si es el momento, y ciertamente ahora mismo no puedo comprarlo, pero quiero leerlo.
    Muchas gracias por tu reseña ♥.
    Un besote!

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